El Espíritu ahí representado sostiene flores de loto en ambas manos; lleva los pies desnudos (no recogidos). Parece que se desprenden de él llamas, que son multiples brazos para auxiliar a todo el que lo necesita.
Parece que el artista recibió sólo descripciones de un ídolo que nunca vió, y que parece más precisamente Kwan Yim, la Gran Madre en el budismo tibetano.
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